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Casi duermo en la cárcel por un plato.

Oye.

¿Os acordáis del anuncio de Afterbite?


El de te pique lo que te pique usa…

…Pues entró.

Un monstruoso ABEJONEJO a la habitación de la compañera de piso de mi chica.

Solución, ir sigilosamente y matarlo.
Como el que se acerca a los mosquitos o las moscas en verano.
Con una revista, libro, apunte, cojín o sartén, pero, acribillarlo contra el estor y enseñarle que no debería haber entrado por esa ventana.

Pero no.

Aquí somos, la madre Teresa de Calcuta.

Queríamos un win to win (para los que menos domináis esta lengua que enseñan en colegios y academias privadas sería algo así como que ganásemos los dos).

1. El Abejonejo, libertad y seguir viviendo.

2. Nosotros, que no nos pique.

(Más bien que no nos amputen la parte del cuerpo que rozase ese aguijón porque tremendo culito tenía)

3 minutos

Tres.

Minutos.

Tré.

Son los que duró la maniobra.

Haber lógicamente no era cruzar la frontera este de Ucrania con una bandera rusa.

Pero vaya, tres minutos.

Tuvimos la magnífica idea de coger la tapa con la que se cubren los alimentos en el microondas y un plato.

Con la tapa, se enjaulaba a el Abejonejo contra el estor, la sujetaba hasta que introducía el plato, poco a poco por debajo de la tela y atrapábamos al ser maligno de Satanás entre plástico y cerámica.

Oye. Lo conseguimos.

Aunque, ese ser revoloteaba fuertemente en su interior.

Se puso nervioso.

(Y con razón)

Fallo 1: Había fisuras en nuestra fabulosa jaula por donde podría escapar.

Mientras sujetaba el artilugio que habíamos creado, ellas subieron el estor y abrieron la ventana.

Era el momento de liberar a la fiera.

Quito el plato.
Abejonejo vuela libremente.
Cerramos la ventana.
Y todos felices.

Ese era el procedimiento lógico que pensábamos que iba a suceder.

Sin embargo.


Quito el plato.
Abejonejo, no sale de la tapa.
Abejonejo comienza a volar fuertemente hacía dentro y no hacia fuera.


Quería volver a entrar a la casa.
Me encontraba como Sancho Panza, pero con un escudo hecho por un trozo de plástico recalentado de microondas donde era ÉL o YO.

Sacudida.
Forcejeo.
¡Boom!

¡¡¡¡CIERRA LA VENTANA!!!

-¡Joder! ¡Joder! ¡Joder! ¿Estaría pasando alguien?

Exacto.
Lancé un plato de cerámica desde un cuarto piso.

Desde el edificio de enfrente, la vecina del quinto nos miraba impasible, mientras fumaba, con una postura donde nos transmitía un…
“Lo he visto todo, chicos.”

Bajamos corriendo, nos esperábamos lo peor.

Cruzamos dedos para que nadie estuviera pasando en ese justo instante.

Al llegar abajo solo encontramos, un plato reventado contra el césped y ninguna cabeza abierta.

Así, que ya no podré usar más la expresión de “No he roto un plato en mi vida”.

Y ahora pensarás.
¿Para qué me ha servido esta historia?

Pues, si no lo has visto tú, quizás es que te ha podido el miedo del Abejonejo como nos pudo a nosotros.

Pero está claro.

La importancia de tener un PLAN.

Si hubiéramos tenido un plan de actuación.
No hubiéramos improvisado la situación y aunque hubieran sucedido otras reacciones por parte del Abejonejo, hubiéramos sabido como actuar.

En definitiva.

Si todo el rato vas improvisando, muchas veces saldrá bien.

Expulsé el Abejonejo y solo rompí un plato.

Pero otras muchas puede salir mal.

Podría haberle abierto una brecha a una persona o haberme cargado a una anciana.

Quizás esa noche hubiera dormido en el calabozo o calentito. Y no en el mejor sentido de la palabra.

Y entonces, hubiera sido mejor que me picase el Abejonejo.

Así que ya sabes.
Antes de actuar, ten un PLAN.

Y que mejor plan que aprender de los fracasos y experiencias de otro. Para eso he creado esta lista, donde convierto mis vivencias en Consejos diarios para que tú o tu negocio ligue o venda más.


Pd: Conseguimos echar al Abejonejo.
Pd2: Es totalmente cierta la historia.