Estoy de nuevo con la presentación. Moito pesado. Sí, y qué.
Oye,
Si sigues leyendo es porque tienes tanta curiosidad como los que estaban en el tribunal.
Una vez me diferencié del resto y capté su atención, tocaba meter ficha.
No estaba allí buscando un 10.
Estaba allí buscando que 3 potenciales suscriptores.
Venderme.
Vuelvo hacia la mesa, situada a un par de metros, mientras les voy diciendo: ahora voy a pasar a esa parte aburrida desde donde he extraído todos los datos.
Sí. El macro Excel financiero que no entendería mi padre y que quizás tampoco ustedes, pero que os he hecho la cama durante toda mi presentación.
Pero para volver a liberar tensión, les digo antes de proyectarlo:
Como es un Excel bastante denso, no nos dará tiempo a verlo todo. Solo lo comentaré por encima, pero no os preocupéis, aunque veo que no tenéis aquí vuestros portátiles, os lo he traído para que podáis consultarlo en vuestra casa tranquilamente.
Se giran los tres hacia mí. De nuevo, expectantes. Y me bajo de la tarima.
Les regalo un pendrive a cada uno, que me había molestado semanas antes en que este pendrive por fuera fuese serigrafiado con mi nombre: albertofuentes.es.
Exacto. Publicidad.
Quería estar presente en todo momento en la mente de los profesores del tribunal. Quería que supiesen de mi historia. Y, sobre todo, quería que se suscribiesen.
(No sé si lo han hecho, quizás están leyendo hoy esto o quizás no, pero si sí, gracias por la matrícula).
¿Qué ocurrió entonces? Pues que había relajado tanto la tensión.
Había humanizado tanto la situación.
Que aquello no era una exposición, era una conversación.
Entonces, tras comentar algunas pestañas que podían ser interesantes del Excel de forma muy genérica, hago hincapié en que el denso de mi trabajo está en el documento y que cualquier duda que tengan al respecto, estoy a su entera disposición.
Entonces, he llegado a la zona conflictiva de un tribunal: la ronda de preguntas y respuestas. Con cero tensiones.
No van a querer acribillar a preguntas, solo van a tener curiosidades y querrán señalar y puntualizar lo diferente que les ha parecido todo.
Y así fue.
Las preguntas que me hicieron no tenían casi ni que ver con el TFG; querían saber un poco más allá sobre el mercado de valores, la bolsa, su tributación, incluso mi opinión.
Hasta ya tenían curiosidad si había empezado a hacer el método y por qué la elección de criterios que había usado.
¿Y qué te quiero decir con esto?
Pues cuando dominas los tiempos de una negociación, cuando muestras tus cartas de forma ordenada y sabiendo las consecuencias que puede haber detrás.
Cuando haces que esa persona confíe en ti, has desinhibido toda su parte defensiva.
Has fulminado el «¡Sí, claro!»
Y te ha empezado a escuchar de forma activa e interesada.
Entonces, tus probabilidades de ganar se han multiplicado al saber leer la situación.