Una botella de vodka.
Quizás dos botellas.
O incluso 3.
La idea era tomar un té calentito, mientras la nieve se acumulaba en las calles.
Exacto.
Era en Polonia, no en Cádiz.
Pues nada.
Allí, bebiendo, llorando y riendo.
Imparables.
Sin haber ni almorzado, a las siete de la tarde y con unas pintas curiosas.
Nos terminábamos las botellas de vodka casero, como si fuera agua.
Cuando nos levantamos, de la depuración mística, ancestral y donde alineamos nuestros chacras con la pacha mama.
Se nos hizo de noche.
Íbamos más daleaos que un regaliz al sol.
Yo voté kebab, ella votó ensalada.
Acabamos llegando en taxi a la residencia, sin haber comido.
Tengo ligeros recuerdos de cómo llegamos hasta la cocina.
Los españoles sorprendidos con nuestra aparición.
Veníamos del “Gym”.
Pero… amigo date cuenta. No fuimos.
Entre risas, contando lo que había ocurrido, me siento.
Todos me miran sorprendidos.
Me levanto rápidamente.
¿Qué cojones había pasado?
¿Por qué me había sentado en la vitrocerámica?
¿Por qué me había sentado en la vitrocerámica encendida?
Me quemé.
Me quemé la mano.
El resto pues…
Solo recuerdo que me levanté trece horas después, durmiendo en la litera de arriba, en mi residencia, con la mano completamente blanca, untada en pasta de dientes.
No entendía nada.
Sin embargo, toda esta parafernalia,
¿a ti qué te importa?
Te hablo del RIESGO.
Hay dos grandes formas conocidas para que el RIESGO no te paralice en la toma de tus decisiones.
Puede ser pidiéndole salir a la chica que te gusta, tatuándote una mariposa en el culo o diciéndole a tu jefe que la has cagado cerrando la venta.
En definitiva,
asumir un RIESGO.
Tomar acción en algo que se escapa de tu control.
Desconoces lo que pasará.
Y te cagas.
Es así.
Entonces tienes dos opciones.
La sensata, la racional, la lógica.
Y la otra.
La primera es, elabora un PLAN.
Crea un plan sin fisuras, con los posibles escenarios, posibles respuestas.
¿Cómo te sentirás? ¿Cómo reaccionarías? ¿Eres impulsivo o racional?
Valora todo.
Pon tus objetivos sobre la mesa.
Y crea. Crea un PLAN.
Así los RIESGOS disminuirán, se reducirán tanto, que no tendrás miedo.
O por el contrario,
Drógate.
Alcohol, setas, maría o gotitas de CBD bajo la lengua.
Mete cualquier mierda en tus venas, estas desinhiben los actos de la corteza prefrontal, de tu cerebro.
Esa parte de tu cabeza es la que te ayuda a pensar, tomar decisiones y controlar todo.
Eso sí.
Te puede salir el tiro por la culata.
Y pedirle salir a una chica que no era, potar mientras hablas con tu jefe apestando a alcohol o tatuarte una mariposa en el culo.
En definitiva.
Mide los RIESGOS con un PLAN, es la mejor forma de tomar decisiones.
Y si quieres empezar tomando buenas decisiones.
Decide poner tu correo en la cajetilla de abajo.
Justo aquí.
Pd: Yo me quemé la mano izquierda con una vitrocerámica.
Pd2: Aprendí la lección.